No hay palabras que puedan acercarse a describir el dolor que se siente cuando te das cuenta de que la persona que una vez fue tu mejor amigo se ha convertido en tu peor enemigo.

Es una sentimiento de pérdida más profundo de lo normal. No es la persona quien te ha traicionado, es la vida.

encontrando la paz después de una relación fallida

No es fácil salir de este tipo de relación. Te has acostumbrado tanto a estar con alguien, a estar con él, que todavía no te crees lo que está pasando. Estás ahí, esperando a que las cosas mejoren, pero las cosas nunca volverán a ser como antes.

Los amigos empiezan a avisarte. Tú no escuchas. Porque ese no es de quien te enamoraste.

Cuanto más te enganchas, más se tambalea él entre lo que parece ser una doble personalidad. Pero sabes que en algún momento la cuerda no dará para más y tendrás que dejarlo ir. Aunque no quieras. Aunque creas que no puedas, tendrás que dejarlo ir.


Una vez  lo hagas, recibirás visitas inesperadas a las 2 de la madrugada y 120 llamadas perdidas en una misma noche mientras intentas disfrutar con tus amigos. Y oirás todas las palabras que querías oír cuando las cosas empezaron a ir mal.

Por mucho que quieras consolarle -ya que está llorando, intentando aferrarse a ti- no podrás. Porque a lo que fuiste sometida era mucho peor que esto.

Cuando has experimentado las profundidades de una relación con alguien que te transformó, que intentó poseerte, creces en un nivel que la mayoría de gente no llega hasta bastante tarde.

encontrando la paz después de una relación tóxica

Por un lado no estás desesperada por encontrar otra relación. Una vez que has superado el trauma de la relación tóxica no te apetece estar con alguien por estar. De hecho podrías incluso desarrollar una vena salvaje de soltería que se prolonga varios años.

Mientras algunos se quejan de que no tienen a nadie, tú podrás recordarles que deben disfrutar de cada momento de ser libres para hacer lo que -y con quien- quieran.

Cuando estés en una nueva relación podrás detectar las señales de advertencia antes de que sea demasiado tarde. No es que las señales no estuvieran ahí en tu primera relación, es que sencillamente no sabías que las cosas saldrían así. Y tú no tienes la culpa de eso. Por lo menos ahora tienes un sexto sentido para detectar esta clase de cosas.

Esto va relacionado con algo muy importante: nunca dejarás que nadie te vuelva a controlar. Y algo más importante aún: cuando sientas que alguien quiere manipularte o decirte qué hacer, huirás. Porque no habrá nadie que te retenga, ni ahora ni nunca más.

No dudas que amaras a tu ex. No dudas que él te amara a ti, aunque fuese de una manera retorcida. Pero cuando vuestras ideas acerca del amor no coincidieron, tampoco lo hizo vuestra relación. El desequilibrio era enorme.

Sólo existían 2 realidades: una de pura alegría y otra de pura miseria. Una ecuación muy mala para que una relación dure y sea feliz. Uno mira hacia atrás y recuerda los buenos ratos y las risas, y reflexiona sobre los malos para recordar lo lejos que llegastéis.

No es que no estés abierta a la idea de amar otra vez. Es solo que cuando suceda, irás con los ojos abiertos.