¿Qué es lo que el amor verdadero nunca te haría? La pregunta parece más difícil de lo que realmente es, así que no te agobies y descubramos juntos la respuesta.

Antes de explicarte qué es lo que el amor verdadero nunca te haría déjame que te cuente una historia sobre una pareja que aún sigue unida y muy enamorada casi 20 años después.

La chica en el espejo

Ella se mira en el espejo de cuerpo entero que tiene en su habitación. Completamente desnuda y expuesta, pero confiada. Es mayor de lo que era hace 5 años, pero se siente mucho más joven. Piensa por un momento en todos los hombres que pasaron frente a ese espejo.

qué es el amor verdadero

Pensaron que podían poseerla. Pensaron que ella era de su posesión. Ahí entre sus brazos, tan delicada y dulce. Pero realmente era ella quien les poseía a ellos. Porque ella posee el espacio que hay frente al espejo, y los momentos que ocurren allí también.

Ella mira al hombre que yace desnudo en su cama. Pero no es como uno más. Por primera vez en años este duerme de manera diferente. Con una sutil sonrisa, una pizca de serenidad y una historia libre de envidias y celos. Ella sonríe y sonríe para sí misma.

En ese momento él se despierta, levanta lentamente la cabeza con los ojos medio cerrados y la ve desnuda frente al espejo. Su movimiento la asusta y ella pega un salto. No porque él la esté viendo desnuda, sino porque no está lista para que él esté despierto. Aún no.

Este es su tiempo, a primera hora de la mañana cuando el mundo aún duerme y puede oír el sonido de su propia respiración. Es su momento sagrado donde las respuestas y las ideas fluyen fácilmente. Un momento en que su mente está en paz y su corazón late tranquilo y sereno. Es entonces cuando él cierra los ojos y se queda dormido de nuevo.

Se pone la bata, entra de puntillas en la cocina, prepara la cafetera, coloca dos rebanadas de pan en la tostadora y abre las cortinas. El sol de primera hora de la mañana inunda la casa. Unos minutos más tarde la tostadora avisa que el pan ya está hecho. Esparce mermelada de fresa encima, sirve una taza de café y se sienta en los escalones de la puerta principal.

Piensa en lo feliz que se siente. Feliz de estar. Feliz de ser libre. Feliz de no estar atada a otra persona ni tener a nadie atado por ella. Mira al cielo y sonríe.

“Estoy enamorada”, dice en voz alta.

El chico en la cama

No se ha vuelto a dormir. Cuando levanta la cabeza y la ve frente desnuda frente al espejo siente que todavía no está lista para que él se una al momento. Así que cierra los ojos de nuevo y finge dormir.

Él escucha cómo se ríe, se pone la bata, entra de puntillas en la cocina, hace el café, corre las cortinas…Le encantan esos pequeños ruidos, ruidos que él llama música.

Como la música de anoche, cuando hablaban y reían frente a una botella de vino. Hasta que inesperadamente ella le besó. Y luego él la besó de nuevo. Le encantaba su belleza y su forma de pensar.

Se quitó la camisa. Él se quitó la suya. Y continuaron así durante lo que parecieron horas hasta que estuvieron juntos en la cama, desnudos. Pensó que podía amarla. De hecho se preguntó si ya lo hacía, y si ella sentiría lo mismo.

Cuando los ruidos de la cocina paran él se levanta, se pone los calzoncillos y va a la sala de estar donde la ve tranquilamente sentada en la puerta de la casa. Está toda iluminada por el sol mientras come pan con mermelada y café. Parece estar riendo.

Quiere molestarla. Decirle que él también tiene hambre y que no le importaría compartir su tostada. Pero no lo hace, parece tan feliz y libre. En lugar de eso se apoya en la pared y la admira de lejos. Y piensa en el hecho de que ella nunca será suya, nunca será de su posesión. Y que eso está bien.

Porque ella simplemente dijo, “Estoy enamorada”.

La única cosa que el amor verdadero nunca te hace

Tal vez te ha quedado claro con la historia anterior, o tal vez no, pero en ambos casos es importante recordar que:

El verdadero amor nunca te limita, no te prohíbe, no trata de cambiarte, no te da derecho a ti, ni a nadie, a nada.


Las personas a veces piensan erróneamente que se les debe algo por el papel social que han elegido. Por ejemplo, si alguien ha aceptado ser el amigo, la novia, el novio, la mujer o el marido de alguien se sienten con derecho a obtener ciertos favores de esa persona. Si alguien ha aceptado el papel de ser padre, se siente con derecho a ser respetado por sus hijos. Si alguien ha aceptado el papel de ser un cliente, se siente con derecho a que les satisfagan sus necesidades.

Pero la vida no tiene porqué deberte nada. Y esto se vuelve especialmente cierto en el amor. 

Con demasiada frecuencia asociamos amor con limitaciones.

  • Si me ama, cambiará
  • Si me quiere, hará lo que yo espero que haga

Pero eso no es amor. Ni siquiera se le acerca.

El verdadero amor es ilimitado. El verdadero amor es libre.

De hecho permitiéndonos ser libres es lo que hace que dos personas estén completamente unidas. Cuando no estamos forzados ni atados a una relación podemos ver y apreciar las cosas más perfectas de ella. Puedes pillarte a ti misma pensando “Él es perfecto para mí”.

No perfecto en su comportamiento, en sus creencias o en sus miradas. Más bien perfecto en la forma en que encaja en tu vida, la forma en que sus bordes llenan tus huecos, la forma en que su cuerpo descansa sobre el tuyo, la forma en que vuestras voces fluyen juntas en la misma dirección.

Puedes ver claramente que no existen límites entre vosotros, y os reís juntos sobre el hecho de que ambos pensasteis que sí los había. Y os volvéis a reír de nuevo simplemente porque sois libres de ser. Juntos y separados.

En esta libertad tú eliges encontrar la perfección en el otro. En esta libertad tu felicidad es vital para el otro, y se hacen sacrificios. Y eso no siempre significa que tú seas parte de la ecuación. Y eso está bien.

Por eso es increíble amar y ser amado. Porque el amor que sientes es una elección. Porque el verdadero amor te da esa opción.
Ambos sabéis que atarse o intentar poseer al otro sería como asesinar algo que forma parte de esa persona. Algo divino y humano que se eleva y os mantiene vivos y libres. Y no pide nada, pero lo da todo.

Así que elegís ser libres, pero a la vez  estar profundamente conectados. Y esto no significa que paséis uno del otro, sino todo lo contrario. Te respeto y admiro tanto que valoro tu espacio y tu libertad.

El verdadero amor y la verdadera libertad

La esencia del amor es permitir que la gente sea como es y no intentar cambiarla para que se ajusten a nuestras ideas egoístas sobre cómo deben ser. Comprensión y apoyo es lo que necesita la gente que te importa, y no a alguien que les diga cómo deben comportarse.

Una pareja sana y feliz acepta al otro tal y como es. Entiende que los problemas son parte inevitable de cualquier relación, de la misma manera que las dificultades físicas son inevitables a medida que envejecemos. Esos problemas son como una rodilla débil o una espalda estropeada, tal vez no los queramos, pero somos capaces de lidiar con ellos, evitar situaciones que nos enfadan y desarrollar estrategias que nos ayuden a crecer y superarlos.

“Al elegir una pareja a largo plazo, inevitablemente estarás eligiendo un conjunto particular de problemas con los que te enfrentarásdurante los próximos 10, 20 o 50 años” – Dan Wile