Hábitos que destruyen las relaciones

No hace falta ser la peor pareja del mundo para cagarla en nuestra relación. A veces basta con atraparnos en pequeñas costumbres, pequeños hábitos que vamos creando sin darnos cuenta y que van destruyendo la unión y el amor de nuestra pareja.

Aunque lenta y sutilmente, siguiendo estos 9 hábitos estás destruyendo tu relación de pareja:

1. Regañarle por todo

Muchos estudios sobre felicidad en la pareja señalan que ser regañado es uno de los factores que más insatisfechos hace a los hombres.

Tu pareja tiene una forma concreta de hacer las cosas y si esa forma no te gusta enfadarte con él es lo peor que puedes hacer. ¿No te gusta cómo deja la toalla al ducharse? ¿Su forma de fregar? ¿Que se deje la tapa levantada?

La convivencia es  entre otras cosas que consigáis llegar a un punto común donde tus maneras y las suyas se respeten y equilibren. Vale que no está bien que se deje todo el día la ropa en el suelo, pero tampoco ha de recogerla cuando tú quieras.

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2. Evitar las discusiones

Eso de barrer los problemas bajo la alfombra y fingir que no pasa nada es la forma perfecta de destruir tu relación. Evitar los problemas no hace que desaparezcan sino que los hace más grandes.

Aprende a afrontar los problemas de una manera adulta y madura. Por eso es esencial la comunicación en tu relación. Si algo te molesta, te hace sentir mal, te duele o te incomoda díselo! “Lo que has hecho esta mañana me ha hecho sentir como una tonta, por favor la próxima vez que vayas a hacerlo piensa en cómo me hace sentir y si te gustaría a ti sentirte así “Podrán haber diferencias, pero esas diferencias no tienen porqué crear conflictos.

3. Escuchar a medias 

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Sentir que estás hablando a una pared no es agradable para nadie. Mover la cabeza a un lado y asentir sin estar realmente escuchando nada de lo que te están diciendo puede ser fácil, pero así no llegarás a ningún lado con nadie.

Ahí enfrente tienes a una persona que está compartiendo contigo algo que cree que es importante. Lo que tendrías que hacer como mínimo es escucharla, como te gusta que te hagan a ti cuando eres tú quien está contando algo.

4. No ser asertivo

La asertividad es ser capaz de expresar tus opiniones y pensamientos de manera sincera, directa y respetuosa. Es decir lo que piensas, pero también respetar lo que piensan los demás.

No busques hacerle daño a tu pareja ni atacarle gratuitamente. Aprende a saber decir cuándo algo te molesta y expresarlo asertivamente, no hay cosa más beneficiosa para una relación que una buena comunicación.

5. Dar por hecho que estará contigo siempre 

¡¡Error!! Dalo, dalo por hecho…y veremos cuánto tiempo tarda en pegarte la patada. Eres muy afortunado por tener la pareja que tienes, haz que cada día se acuerde de lo valioso que es.

6. La ley de hielo (la indiferencia) 

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Lo contrario al amor no es el odio, es la indiferencia. Y el silencio es una táctica muy poco inteligente si quieres pasar el resto de tu vida con esa persona. Comunicación y más comunicación. Nada de problemas sin zanjar ni asuntos que ignorar.

7. Poner a prueba constantemente su fidelidad

Cansino para quien lo recibe. Insano para quien lo hace. Destructivo para los dos. En lugar de probar la fidelidad de tu pareja céntrate en la tuya hacia ella. ¿No te has parado a pensar cómo te debe hacer sentir que tu pareja esté constantemente cuestionado tu amor?

8. Las mentiras piadosas

Como gotas de agua contra la roca, cada mentira, por pequeña que sea, va desgastando la confianza en tu relación. Y una persona que no confía en su pareja puede empezar a ver cosas donde no las hay, a imaginarse situaciones que no existen o dejar que sus celos la dominen.

Puede parecerte una tontería, pero cada mentira que le dices es un pasito más a vuestra destrucción.

9. Las escenas en público 

Gritar en medio de la calle, hacer la ley de hielo en la fiesta de un amigo y toda esta clase de numeritos innecesarios es vergonzoso.

Todas las parejas discuten y tienen problemas, lo que diferencia a una pareja feliz es que saben que la ropa sucia no se lava en casa ajena. Hay momentos para solucionarlo después y no hace falta montar una escenita en público, sólo sirve para que hagáis el ridículo.